Antes que nada, aclarar que «decepción» no tiene por qué ser sinónimo de «mal juego» sino, sencillamente, de altas expectativas por parte del usuario-analizador que, de hecho, los recibió con los brazos abiertos y la actitud positiva, como se puede comprobar en los diversos posts que se les dedicó en su día en el blog. Pero, ay, luego uno los vuelve a probar y rejugar y se caen varios palos del sombrajo. Esto es, que en última instancia el culpable de los desaguisados que presentamos es el menda (¿veis qué forma más diplomática de evitar mosqueos y ritos vudús?). Sin ánimo de ofender ni de hacer mucha sangre (todos los títulos mentados están fuera de promoción y con el pescado más que vendido, en el mejor de los casos), ahí va la cosa, y felices fiestas, claro:
«Duke Nukem Forever»: Quince años de espera desesperan al más pintado, incluso en el caso de todo un mito de los videojuegos. El carisma mostrenco y old-school no sirven para salvar los muebles de un proyecto que debió quedarse en el limbo de los justos.
«Need for Speed The Run»: Tras un par de entregas de nota, el motor de la legendaria franquicia se gripa y tosiquea en un título repetitivo y sin demasiado gancho. Ni Michael Bay rodando el tráiler ni la novia de Cristiano o la pechugona de «Mad Men» de copilotas logran pasarle la ITV.
«Deus Ex: Human Revolution»: Cierto que más de uno picó (picamos) con los primeros compases de esta odisea futurista con mucho rollo transhumanista en las alforjas. Pero, pasado un tiempo de juego, la cosa se queda en un «Time Crisis» aseadito y unas escenas narrativas de transición interminables. Curioso que solo generara un reanálisis en Meristation.
«Modern Warfare 3»: Como decía el inolvidable Montes, «Call of Duty» ha entrado en el club del «se dejaba llevar». Continuismo y ventajismo definen la última entrega de una saga que pide a gritos un lavado de cara y estómago. Aunque, si siguen vendiendo como churros, ¿pa qué?
«Los Sims 3D»: Uno de los primeros juegos de la 3DS y, como tal, al que le tocó pagar el pato y la novatada. Falto de humor e imaginación, desangelado como una fiesta de Nochevieja con la calefacción estropeada y, encima, con unos gráficos mareantes en su 3D rudimentario.
«Dead Rising 2»: Otro que se subió al carro de la fiebre zombi y tiró por la borda la reputación de su notable primera parte. Aunque el escenario haya cambiado, la mecánica sigue siendo sota, caballo y rey, y a veces no sabemos si estamos jugando al nuevo o al antiguo. Así que ojito, «Dead Island».
«Cars 2»: Como si en cine sacas al equipo titular del Madrid y, en consolas, al Osasuna Promesas vestidito de blanco. Sentimos no hacer patria con Virtual Toys, pero esta entrega, sobre todo en PSP, es chata, ingenua y tortuguil. Disney tendría que tomar cartas en el asunto. O la baraja entera. Que se fijen en la adaptación de la peli de «Phineas y Ferb», sin ir más lejos.
«El Oso Yogui»: Si este año se ha demostrado que se puede hacer un juego entretenido de una mala película («Linterna Verde»), ¿por qué han maltratado de tal forma a todo un icono de la infancia con un bochorno poligonal con gráficos y jugabilidad del año de la polka de «Java Jim» o «Hero»? Desalmados…
«Resident Evil: The Mercenaries»: No lleva una buena racha la franquicia de Capcom. Y desde luego que este salto a la 3DS no ha ayudado a arreglar el entuerto. Echar la vista hacia el pasado ilustre («RE 4») es loable pero encierra peligros como este pan sin sal descafeinado.
«PES 2012»: Esta temporada era el «sí o sí» para la joya de la corona de Konami. Pero, sintiéndolo mucho, va a ser que no. Muchas lagunas (esa Premiere), muchas cantadas (esos porteros) y, sobre todo, una nueva traición al espíritu original de la saga (esos pollos descabezados) nos obligan a mirar de nuevo a la acera de enfrente. Vamos, que «FIFA» se ha apropiado de lo mejor de «PES» y «PES» de lo peor de «FIFA».
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