«Prototype 2», acción, mutación y musculación

Vísceras, milicia y apocalipsis. Sobre estas tres variables han gravitado ciento y la madre de videojuegos desde que el mundo es mundo. Un tridente imbatible que garantiza emociones fuertes, sangre a borbotones y un (mal)rollo distópico que está tan en boga actualmente. Últimamente, una franquicia brilló con luz propia en este territorio comanche: «Prototype», una pieza bastante maestra de Radical Entertainment que hace tres años sacudió el mercado de los sandbox con músculos de acero y marcó el camino a seguir por unos cuantos acólitos más.

Ahora llega «Prototype 2», una secuela que ahonda en los mismo cimientos pero con algunas novedades bastante interesantes. La primera, desde luego, es un nuevo protagonista que toma el relevo de Alex Mercer: el sargento James Heller, un heroico man of war con sed de venganza después de perder a su familia por culpa de los dichosos brotes víricos, y que ayudará al propio Mercer para acabar con Gentek y Blackwatch. Aunque el bueno de Heller se las bastará solito gracias a unos poderes de aquí te espero y que le darán leña a unas bestias mutantes que parecen sacadas de las peores pesadillas de Lovecraft o del carnicero de Milwaukee. Con un guión directo a la mandíbula, narrado en un bonito blanco y negro aderezado estilo «Sin City» y sin demasiadas subtramas disuasorias, lo mejor de «Prototype 2» es poder campar libremente por las calles hechas migas de un Manhattan (más bien Nueva York Zero) arrasado y luciferino.

Tres zonas diferenciadas (roja, amarilla y verde, según el nivel de infección) serán los escenarios del horror y la lucha sin cuartel, tanto a puñetazo limpio como a base de armamento muy pesado y la posibilidad de transformar nuestras manos en garras, tentáculos o espadas. Lo mejor, desde luego, los enemigo a los que nos enfrentaremos, algunos de aúpa como Goliath, que desde luego hace honor a su nombre. Unos gráficos y sonido a la altura de las circunstancias, un puñado de habilidades extra adquiridas según avancemos nuestra aventura, que se pondrá fácilmente en las 20 horas, más aún con el sistema Radnet. Lo dicho, una brutalidad con calidad.

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