«The Darkness II», el auténtico caballero oscuro



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«Darkness at the break of noon…», arrancaba una antigua canción del bardo judío de Minnesota que le hacía el trasero pepsicola a otro bardo judío, este de Nueva Jersey y con barbas budistas. Ah, la oscuridad, esa fuente de inspiración chunga y de bálsamo absoluto cuando tienes jaqueca. Como tantas otras cosas, la oscuridad de la buena y bien entendida empieza por uno mismo.Que se lo digan a Jack Estacado, otro de esos personajes carismáticos de videojuegos con nombre fetén que, hace un lustro, empezó a coquetear con la fotofobia galopante en «The Darkness», espléndido esqueje comiquero que se convirtió en menos que canta un gallo en un título de culto. Un lustro después, y en medio de diversas divagaciones y cambios de mano (a veces también oscuros), nos llega su secuela, «The Darkness II», servida en bandeja por Digital Extremes, un estudio con solvencia más que reconocida en el survival horror y otros jardines negros («Dark sector», aunque también Unreal Tournament y, sobre todo, algunos toques maestros a los dos primeros «BioShock»). Y el lavado de cara y estómago ha sido total, y muy satisfactoria si buscamos un shooter slasher que se vista por los pies, como dicen los taurinos.

Arrancamos la cosa con nuestro viejo amigo Jackie convertido en un Don como Dios manda, después de vengar la muerte de su novia, aunque su recuerdo le atormente. Pero la «bestia del sótano» (Balboa dixit) que habita en sus entrañas se le despierta durante una «balacera» mafiosa (ojo a la escena en la que le cortan el rollo justo cuando iba a ponerse a untar pan con mantequilla con dos escotadísimas señoritas en un restaurante de postín), y ya está el lío formado. Con el demonio en la mochila, Estacado será una auténtica máquina de picar carne, tanto con sus brazos humanos (a tiro limpio) como con sus poderosísimos tentáculos luciferinos rematados en gancho (a mutilación limpia). A cuatro manos y a lo loco, vamos. Un espectáculo altamente gore y adictivo ir por la calle convirtiendo en rodajas de kiwi a todos los villanos que nos asalten (también les podremos ensartar con una farola, espachurrar como una cucaracha o filetear como una tajada de pollo. Y tampoco se hace muy monótona la cosa, ya que la historia tiene bastante miga y callejones (oscuros, naturalmente) gracias a la pluma inspirada de Paul Jenkins, que redondea el look y la filosofía de tebeo de «The Darkness II». De hecho, los gráficos parecen estar subrayados en tinta china y repasados con acuarela fina, dando un aspecto de pulp noir sencillamente gozoso.

Acción sin tregua, pues, para un plato sabroso y directo (seis horitas de duración, ni más ni menos) aunque con amplia rejugabilidad, modos extras (atentos al Vendetta), reliquias ocultas, armamento reforzado nivel a nivel y demás sorpresas que nos esperan entre las sombras. Mucha sangre y vísceras y poca luz (de hecho, tendremos que cargarnos hasta los fluorescentes del metro en una de las secuencias más trepidantes), unido a una dificultad no muy insultante (con sistema de apuntado automático y todo) y a un apartado sonoro de nota (sobre todo el doblaje al español) le ponen la guinda negra a un título divertido y enganchante como pocos, feliz alternativa a los pastelitos rosas de estos días arponeados por Cupido… Vamos, que Estacado no te dejará en la estacada (si no lo digo, reviento).



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